En nuestra revisión de la literatura hemos encontrado trabajos sobre cómo los progenitores en el extranjero a menudo experimentaban tristeza, pérdida y añoranza, así como "dificultades emocionales y presiones sociales" por haber transgredido las normalidades culturales de la crianza. Este es especialmente el caso de las madres "que todavía definen su papel para la vida social [socializadora] y la crianza [crianza] de sus hijos a través de su dedicación a las tareas domésticas". En otras palabras, estas investigaciones describen cómo la presión social sobre las madres difuntas para que mantengan su rol se mezcla con el propio deseo o voluntad de estas madres de hacerlo.
Especialmente las madres ven el entorno transnacional como una condición necesaria pero provisional para mantener a la familia. En palabras de una de las participantes en el estudio de Tungohan en 2013, esta dice: "soy una mala madre si me voy, pero [habría sido] una madre aún peor si me hubiera quedado". Por otro lado, hay varios trabajos analizados que explicitan el orgullo que los padres transnacionales sienten de haber logrado o estar en posición de poder lograr un futuro mejor para sus hijos y familias.
Las narrativas renovadas sobre la identidad y los roles de género son fundamentales para contrarrestar las críticas y estigmatizaciones de la madre transnacional. Por ejemplo, algunas mujeres intentan activamente resistir y cambiar las ideas y modelos existentes de maternidad dentro de su familia, según el trabajo de McCallum en 2019.
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