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Foto del escritorFamilias Transnacionales

Adelantamos los resultados sobre las experiencias de las cuidadoras de familias transnacionales

Actualizado: 9 feb



Con esta investigación presentamos las diversas interpretaciones y significados que las cuidadoras de menores en familias transnacionales dan al rol que desempeñan ante la partida de un progenitor o ambos. En sus relatos, las cuidadoras priorizan aquellas vivencias vinculadas a procesos afectivos y relacionales, tanto con los menores como con los familiares migrados. Estas personas cuidadoras, en su mayoría mujeres, se adaptan a la circunstancia transnacional y cuidan en todas las direcciones: por un lado, desde la cercanía a los menores que quedan en Honduras; por otro, en la distancia cuidan de quienes emigran. Las cuidadoras renegocian sus roles, que a menudo tienen que ver con expectativas de género, y usan nuevas herramientas, como la comunicación asertiva o el manejo de las remesas. Estas nuevas dinámicas, aunque con algunas limitaciones, pueden conllevar un cierto empoderamiento de las cuidadoras, especialmente dentro de la familia.


Los resultados principales de esta investigación apuntan a que las mujeres cuidadoras de familias transnacionales se ocupan de responder a las necesidades emocionales, educativas, comunicativas y logísticas de gran parte de la familia. Ellas hacen hincapié en que, aunque saben que no es posible, ni pretenden, sustituir la figura del familiar emigrado a nivel simbólico, a nivel práctico sí que recae sobre ellas la responsabilidad del día a día. En esa tesitura, las cuidadoras buscan nuevas maneras de extender su rol más allá de las fronteras políticas y geográficas y de las construcciones convencionales de la familia.


De las narraciones de las participantes observamos que su experiencia está profundamente atravesada por la variable del género. Estas mujeres y, en consecuencia, los equilibrios familiares de los que participan y los roles que desempeñan, desafían a aquellos tradicionales. Por lo tanto, siguen encontrándose con dificultades en su relación con las instituciones y la comunidad de las que forman parte. Con el fin de mantener la unidad familiar, una de las funciones principales que ellas se atribuyen es la de cuidar del relato y mediar en la comunicación entre quienes están en el extranjero y los menores a su cargo. Por ejemplo, pueden omitir información, normalmente al familiar emigrado, como forma de cuidado. Ellas asumen la responsabilidad que se les asigna, anteponiendo las necesidades de otros a las suyas propias.


Aceptar este cambio de rol en la familia es complejo y a veces imprevisto. Como visto en sus relatos, en muchas ocasiones no se les hace partícipe del proyecto migratorio hasta que la decisión ya está tomada. Esto hace que las cuidadoras, en ocasiones, se sientan poco preparadas y echen en falta herramientas materiales y emocionales con las que hacer frente a la compleja situación de la que quedan a cargo. Todas las participantes comparten sensaciones de culpa frente a las expectativas sociales (por ej., al comparar su situación familiar con las de otros menores en la comunidad), de juicio sobre ellas, de dolor por la ausencia del familiar en el extranjero y de presión por las responsabilidades hacia los menores y el hogar. Sin embargo, al mismo tiempo, las participantes en las entrevistas individuales y los grupos focales reportan frecuentemente sentimientos de orgullo y fortaleza en relación al desempeño de su rol en la familia.

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